martes, 17 de noviembre de 2009

TRADICION VS MODERNIDAD



LA TRADICIÓN CONTRA LA MODERNIDAD
COMBATIENDO SU VIRUS MORTAL

ANTIPODAS


viernes, 13 de noviembre de 2009

El Triunfo de la Voluntad



“De lo poco que podemos conocer de los acontecimientos del futuro, sólo una cosa es cierta: las fuerzas del movimiento del futuro no serán distintas a las del pasado: la voluntad del más fuerte, los instintos vitales, la raza, la voluntad de poseer, y el poder. Hay una inmensa diferencia, que la mayoría de la gente no entenderá nunca, entre ver la historia futura como será y verla como quisieran que sea. La paz es un anhelo, la guerra un hecho, y la historia nunca ha prestado atención a los deseos y a los ideales humanos."

Spengler


"Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad. "

Confucio

"No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos a hacerlas. Porque no tenemos voluntad, ellas son difíciles."

Seneca

"El gran secreto del poder se encuentra en la voluntad."

Giuseppe Mazzini

"¿Eres capaz de fijarte por ti mismo tu bien y tu mal y suspender sobre ti la ley de tu propia voluntad? ¿ Eres capaz de ser tu propio juez y el guardián de tu propia ley?"

Friedrich Nietzsche



Un ejemplo de como la naturaleza nos demuestra el valor de la Voluntad.


Les dejo tambien el link a una poesia de mi autoria dedicada a los que tienen voluntad.
http://el-hidalgo.blogspot.com/2009/10/esos-de-voluntad.html



¡VOLUNTAD! ¡TRIUNFO TOTAL!

viernes, 6 de noviembre de 2009

Mishima, o el trágico heroísmo de la antimodernidad






No cabe duda que en estas ocasiones el suicido es un mensaje. Primero, porque deja establecido que para algunos hombres hay cosas más importantes que la vida misma, y que sin esas cosas la vida no se justifica. Pero también porque la épica de ese tipo de suicido está atada a una causa, y más allá de la derrota de esa causa, tampoco vale la pena vivir


Escena de la pelicula inspirada en la obra Caballos Desbocados, jovenes Japoneses inspirados en el espiritu samurai buscan hacer una revolucion para expulsar a los Americanos de Japon.


JUAN PABLO VITALI

Mientras escucho la música de Philip Glass, de la vieja película “Mishima, una vida en cuatro capítulos” producida por Francis Ford Coppola y George Lucas, y dirigida por Paul Schrader, recientemente remasterizada, no puedo menos que reflexionar sobre cierto sentido trágico de la vida. Ese mismo sentido trágico de la existencia que tuvieron los griegos –a los que Mishima conocía muy bien– y los demás grandes pueblos antes de hacerse progresistas, y comenzar a creer que cada día nos acercamos más a la autosatisfacción y menos al sufrimiento y la muerte.
Pero el sufrimiento y la muerte de todos modos nos acechan y finalmente nos alcanzan, a veces sin haber logrado ser en la vida, más que una bolsa de mecánicos orgasmos, de imágenes vacías que no podríamos recordar y una infinidad de contradicciones angustiantes.

Es notable ver cómo la muerte por suicidio, en determinados casos –en este caso mediante el rito del sepukku– genera a su alrededor un espacio que algunos hombres reconocen todavía como sagrado. Un punto donde se convocan los irreductibles, los que todavía reconocen el significado simbólico de las cosas.

El hacerse a sí mismo de Mishima, en un sentido que podríamos denominar alquímico, me remite a la antigua práctica de las artes marciales, que silenciosamente todavía desarrollan millones de personas aún en Occidente, algunas sin comprender su profundo significado.

La autodisciplina como un placer superior, como un crecimiento continuo, tiene mucho que ver con el arte, se llame éste Bushido, escultura, poesía, teatro, pintura o danza. Todas esas artes la practicó de algún modo Mishima.

Su torturada vida es una parábola poética. Desde su narcisismo que muchos de los preocupados por esos temas no dudaron de calificar de homosexual, hasta la ardua disciplina de la Sociedad del Escudo, nos muestra siempre una búsqueda desesperada por moldear las formas de la belleza en un sentido externo y en un sentido interno, inconexamente primero y en una profunda fusión después.

Los que hacen gala de un antinorteamericanismo y un antijudaísmo barato deberían escuchar atentamente la música de Philip Glass, músico que reúne ambos orígenes, además de ser budista y un defensor de la causa tibetana. Lamentablemente, no es el buen gusto lo que generalmente se globaliza.

Posiblemente la sugestión que Occidente conserva por la cultura japonesa, no es más que la admiración silenciosa y furtiva por todo lo que hemos perdido. Reconocemos en un japonés imperial como Mishima, cosas que excepcionalmente reconozcamos en un occidental. O quizá nos resulte menos peligroso el reconocimiento de ese tipo de estética e ideas en la lejanía del Oriente, que sacando a la luz los muchos ejemplos de grandes suicidas con ideas afines en el Occidente. Y dejamos bien claro nuestra convicción sobre que en ambos casos, merecen nuestro reconocimiento y admiración.

No cabe duda que en estas ocasiones el suicido es un mensaje. Primero, porque deja establecido que para algunos hombres hay cosas más importantes que la vida misma, y que sin esas cosas la vida no se justifica. Pero también porque la épica de ese tipo de suicido está atada a una causa, y más allá de la derrota de esa causa, tampoco vale la pena vivir.

Exactamente lo contario de la mentalidad progresista, que cree encaminarse siempre hacia la ausencia de sufrimiento, en una irracional negación de la muerte.

Por eso los progresistas suelen convertir todas las derrotas en victorias, porque por irracionales y falsas que resulten sus tesis, para ellos el actual sentido del mundo representa un pensamiento totalitario que lo justifica todo, y de ningún modo podrían reconocer que ese sentido del mundo es negativo y también racionalmente falso.

Norman Rockwell el realismo Americano



Libertad De Expresion, obra creada para la campaña de las cuatro libertades del presidente Roosevelt lastima que esta libertad no ha sido muy respetada por los Gobiernos de Estados Unidos.





No todo lo que viene de USA es malo. Norman Rockwell creo grandes pinturas bellas y realistas de la vida natural de las personas. Imagenes distantes de una America que hoy vive en caos y degradacion. Y exporta porqueria ahora llamada arte a todo el mundo. Ademas de su comun Imperialismo y Capitalismo. Aunque Rockwell halla trabajado para los politicos de turno de Usa durante las guerras que llevo acabo durante su vida.

El estaba lejos de esa corrupcion y egoismo que vivia y vive en el gobierno de Usa.
El solo queria pintar la realidad como la veia, las cosas simples la vida.
Les dejo algunas pinturas y un escrito sobre el.



El arte de Estados Unidos se rinde a su clásico: Norman Rockwell

PATRICIA LAMSA


Modernos, surrealistas, abstractos, deconstrutivistas… Imposible darle más vueltas al arte. Los marchantes en Estados Unidos ya no saben qué vender. Y he aquí que toda la crítica se ha vuelto a sorprender con uno de sus clásicos. Un libro descubre las maravillas del arte de Norman Rockwell.



El número de noviembre de la revista Vanity Fair en Estados Unidos ha venido plagado de sugerencias. Una portada a Penélope Cruz, un capítulo de un libro sobre la crisis financiera, y un extenso elogio a la obra de Norman Rockwell. ¿Rockwell? ¿El que pintaba una América ñoña e inocente? ¿El que hacía las portadas más famosas del Saturday Evening Post? ¿El carroza?

El mismo.


Dando Gracias

Más aun. La revista reconoce que el cuadro más famoso del pintor se titula Dando gracias. Se trata de una abuela y su nieto, parados en una cafetería de segunda categoría en medio de una estación de ferrocarril. Antes de probar bocado, juntan las manos y rezan. Los comensales se quedan absortos mirando la estampa sin burlarse.
Esa imagen, dice la revista, ha sido considerada como “una afirmación de la necesidad de la fe en una sociedad cada vez más atea. Se le ha achacado que es sentimentalmente kitsch. Pero más comúnmente, se le ha celebrado como un impresionante foto fija de los americanos en su mejor momento: juntos, a pesar de la bulla, y coexistiendo pacíficamente”.

Si no fuera porque el párrafo está sacado de Vanity Fair, parecería extraído de una hoja parroquial. Pero no. La revista se rinde al encanto del pintor costumbrista americano moderno, Norman Rockwell, sobre quien va a salir un libro titulado Norman Rockwell: Behind the Camera [Norman Rockwell: detrás de la cámara], escrito porRon Schick (Little, Brown and Company).El libro explica la técnica de Rockwell basada en posados fotográficos queluego eran pasados al óleo con un toque de inocencia y picardía.
Rockwell no era muy asiduo a las iglesias. En sus notas manuscritas reconoce que el cuadro no es sobre la mujer y el niño, sino sobre la gente que está alrededor de ellos: “Esa gente está mirando, algunos sorprendidos, algunos confundidos, algunos recordando su propia infancia perdida, pero todos siempre mostrando respeto”.

Una encuesta realizada en Estados Unidos en 1955 demostró que Dando gracias era el cuadro de Rockwell más admirado por los norteamericanos. Actualmente, en varias ciudades de Estados Unidos se recuerdan las imágenes pintadas por Rockwell y hay exposiciones que recorren el país de costa a costa, acaparando un éxito de público.










miércoles, 4 de noviembre de 2009

Amigo / Enemigo


La enemistad o amistad no nace necesariamente de una necesidad, o del odio.
Nace muchas veces cuando se encuentran escencias y cosmovisiones totalmente contrapuestas.
Como Ormuz y Arhiman enfrentandos en las creencias de la antigua persia, el concepto amigo enemigo a avanzando a traves del tiempo.





Unas musicas y un escrito del señor Carl Schmitt, para su reflexion. Y para la derrota de sus enemigos.




La Diferenciación de Amigos y Enemigos como Criterio de lo Político

Por Carl Schmitt

Una definición conceptual de lo político puede obtenerse sólo mediante el descubrimiento y la verificación de categorías específicamente políticas. De hecho, lo político tiene sus propios criterios que se manifiestan de un modo particular frente a las diferentes áreas específicas relativamente independientes del pensamiento y del accionar humanos, en especial frente a lo moral, lo estético y lo económico. Por ello lo político debe residir en sus propias, últimas, diferenciaciones, con las cuales se puede relacionar todo accionar que sea político en un sentido específico. Supongamos que, en el área de lo moral las diferenciaciones últimas están dadas por el bien y el mal; que en lo estético lo están por la belleza y la fealdad; que lo estén por lo útil y lo perjudicial en lo económico o bien, por ejemplo, por lo rentable y lo no-rentable. La cuestión que se plantea a partir de aquí es la de si hay — y si la hay, en qué consiste — una diferenciación especial, autónoma y por ello explícita sin más y por si misma, que constituya un sencillo criterio de lo político y que no sea de la misma especie que las diferenciaciones anteriores ni análoga a ellas.

La diferenciación específicamente política, con la cual se pueden relacionar los actos y las motivaciones políticas, es la diferenciación entre el amigo y el enemigo. Esta diferenciación ofrece una definición conceptual, entendida en el sentido de un criterio y no como una definición exhaustiva ni como una expresión de contenidos. En la medida en que no es derivable de otros criterios, representa para lo político el mismo criterio relativamente autónomo de otras contraposiciones tales como el bien y el mal en lo moral; lo bello y lo feo en lo estético, etc. En todo caso es autónomo, no por constituir un nueva y propia esfera de cuestiones, sino por el hecho que no está sustentado por alguna, o varias, de las demás contraposiciones ni puede ser derivado de ellas. Si la contraposición del bien y del mal no puede ser equiparada así como así y simplemente con la de lo bello y lo feo, ni con la de lo útil y lo perjudicial, siendo que tampoco puede ser derivada de ellas, mucho menos debe confundirse o entremezclares la contraposición del amigo y el enemigo con cualquiera de las contraposiciones anteriores. La diferenciación entre amigos y enemigos tiene el sentido de expresar el máximo grado de intensidad de un vínculo o de una separación, una asociación o una disociación. Puede existir de modo teórico o de modo práctico, sin que por ello y simultáneamente todas las demás diferenciaciones morales, estéticas, económicas, o de otra índole, deban ser de aplicación. El enemigo político no tiene por qué ser moralmente malo; no tiene por qué ser estéticamente feo; no tiene por qué actuar como un competidor económico y hasta podría quizás parecer ventajoso hacer negocios con él. Es simplemente el otro, el extraño, y le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un sentido existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los conflictos con él se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser resueltos por una normativa general establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero "no-involucrado" y por lo tanto "imparcial".

La posibilidad de entender y comprender correctamente — y con ello también el derecho a participar y a juzgar — están dados aquí sólo por la colaboración y la coparticipación existenciales. Al caso extremo del conflicto solamente pueden resolverlo entre si los propios participantes; esto es: cada uno de ellos sólo por si mismo puede decidir si la forma de ser diferente del extraño representa, en el caso concreto del conflicto existente, la negación de la forma existencial propia y debe, por ello, ser rechazada o combatida a fin de preservar la propia, existencial, especie de vida. En la realidad psicológica, al enemigo fácilmente se lo trata de malo y de feo porque cada diferenciación recurre, la mayoría de las veces en forma natural, a la diferenciación política como la más fuerte e intensa de diferenciaciones y agrupamientos a fin de fundamentar sobre ella todas las demás diferenciaciones valorativas. Pero esto no cambia nada en la independencia de esas contraposiciones. Consecuentemente, también es válida la inversa: lo que es moralmente malo, estéticamente feo o económicamente perjudicial todavía no tiene por qué ser enemigo; lo que es moralmente bueno, estéticamente bello o económicamente útil no tiene por qué volverse amigo en el sentido específico, esto es: político, de la palabra. La esencial objetividad y autonomía de lo político puede verse ya en esta posibilidad de separar una contraposición tan específica como la de amigo-enemigo de las demás diferenciaciones y comprenderla como algo independiente.