domingo, 27 de mayo de 2012

AmoR

 
«Todas las relaciones amorosas de la generación presente, tomadas en su conjunto, son para la totalidad de la especie humana algo tan serio como la meditatio compositionis generationis futurae, et qua iterum pendent innumerae generationes (*). La gran importancia de este asunto, que ya no se limita, como todos los demás, al bienestar o el dolor individuales, sino que afecta a la existencia y a la índole especial del género humano en tiempos futuros, es lo que sirve de base a lo patético y lo sublime de los asuntos amorosos, a lo trascendente de sus delicias y dolores; aquí, la voluntad del individuo, elevada a una potencia superior, se transforma en voluntad de la especie. Si, desde hace milenios, los poetas no se han cansado de recoger en innumerables ejemplos las vicisitudes del amor, es porque ningún tema iguala a éste en interés, pues, siendo determinante del buen o mal estado de la especie, guarda con todos los demás, que sólo afectan a lo individual, la misma relación que un sólido con una superficie. De ahí que sea tan difícil que un drama sin trama amorosa tenga interés, y, por otra parte, que este tema nunca se desgaste, por mucho que sea tratado a diario».
    
(*) «Meditación sobre la composición de las generaciones futuras, de las que a su vez dependen innumerables otras generaciones».
El mundo como voluntad y representación. Arthur Schopenhauer.

martes, 22 de mayo de 2012

Accion Directa



"Que las juventudes tienen que adoptar una táctica de acción directa, es decir, una moral de desconfianza hacia todo lo que no proceda de ellas y una decisión de imponer por sí mismas las nuevas normas, es algo en realidad incuestionable.

Eso va implícito en la actitud que antes hemos dicho corresponde a nuestros jóvenes : la actitud del soldado. El soldado practica siempre la acción directa, y es, por su propia calidad, el único que la representa en toda su gran fecundidad y relieve moral."


Ramiro Ledesma Ramos

miércoles, 2 de mayo de 2012

Hombre de Carne y Hueso



 EL HOMBRE DE CARNE Y HUESO

Homo sum: nihil humani a me alienum puto, dijo el cómico latino. Y yo diría más bien, nullum hominem a me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Porque el adjetivo humanus me es tan sospe choso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano. 

Porque hay otra cosa, que llaman también hombre, y es el sujeto de no pocas divagaciones más o menos científicas. Y es el bípedo implume de la leyenda, el hombre politico de Aristóteles, el contratante social de Rousseau, el homo oeconomicus de los manchesterianos, el homo sa piens de Linneo o, si se quiere, el mamífero vertical. Un hombre que no es de aquí o de allí ni de esta época o de la otra, que no tiene ni sexo ni patria, una idea, en fin. Es decir, un no hombre. 

El nuestro es otro, el de carne y hueso; yo, tú, lector mío; aquel otro de más allá, cuantos pensamos sobre la Tierra. 

Unamuno