martes, 21 de mayo de 2013

DOMINIQUE VENNER PRESENTE

«Sin duda, serán necesarios nuevos gestos, espectaculares y simbólicos, para sacudir las somnolencias». 
Dominique Venner

martes, 14 de mayo de 2013

Del Abstencionismo




“Abstencionismo: Los enemigos del alcohol le hace mal al hígado. Los partidarios del alcohol dicen que el hígado le hace mal al alcohol. Los enemigos del alcohol son personas tristes que piensan en la tristeza del alcoholismo. Los partidarios del alcohol son personas alegres que piensan en la alegría del alcohol. No hay derecho a abominar del alcohol en nombre del espectáculo de los hombres borrachos, como no hay derecho a abominar del sol en nombre del espectáculo de los hombres insolados. En cambio, hay derecho a abominar del abstencionismo en nombre del espectáculo de los hombres abstencionistas, como hay derecho a abominar de las cosas que hacen tontos en nombre del espectáculo de los hombres tontos. La abstención del alcohol puede ofrecer a dos razones: la desgracia personal y la estupidez de los principios. La abstención por desgracia personal es licita, porque es licito renunciar a un placer para defenderse de una desgracia. La abstención por estupidez de los principios es ilícita, porque considerar es ilícito considerar ilícito lo que es licito. El abstencionismo es una especie de religión absurda que participa de la caracteristica común de todas las religiones absurdas: la manía de crear tristeza. Yo puedo crearme un dolor para convertirlo en sacrificio, porque es una manera de alegría; pero no tengo derecho a crear un dolor para procurarme una tristeza, porque la tristeza no tiene nada que ver con la virtud. Yo puedo renunciar al alcohol, como puedo renunciar a las ostras; pero no tengo derecho a crear un pecado para mi vecino, sosteniendo la ilicitud de las ostras o la ilicitud del alcohol.


El abstencionismo tiene por objeto la destrucción de la última alegría del mundo, por la instauración de una virtud ridícula con apariencias  de virtud decente. La virtud ridícula pide una moral indecente, porque la moral de la virtud ridícula reside precisamente en la ausencia de virtudes decentes.”

Ignacio B Anzoátegui