jueves, 31 de diciembre de 2009

domingo, 13 de diciembre de 2009

¡Rage Against de Machines!










Cada día el avance tecnológico nos desnaturaliza mas. Es innegable que este avance nos facilita la vida, y nos regala nuevos mundos antes desconocidos. Pero también nos aleja de la realidad.

Nos aleja de nosotros mismos. Las maquinas cada vez mas avanzadas y cercanas a ser pensantes, nos avasallan a nuestro alrededor.

Nuestros hogares están rodeados de ellas, sin ellas no comprenderiamos nuestras vidas. Nuestra existencia.
Estar alejado de la tecnología es imposible para algunos seres humanos que depende de ella para existir como tales.

Es absurdo negar que las cosas no son útiles, que nos benefician, nos comunican, pero también pueden alejarnos.

El Nuevo Orden Mundial cada vez acerca mas nuestras vidas a estas maquinas, a que vivamos a través de ellas, a través de nuestro facebook y de cosas similares.

Todo eso me recuerda a las Películas de terminator, fantasiosas claro, con viajes en el tiempo. Pero nos dejan estas un concepto. Las mismas maquinas que creamos para defendernos, o destruirnos, se nos pueden volver en contra. Nos recuerda que tenemos que poder vivir fuera de de toda la tecnología, como lo hicieron nuestros antepasados y aun hoy lo hacen muchos hombres que viven fuera de la "civilizaciòn". La tecnología debe servir al hombre no el hombre a esta.

Es así que ya es por todos sabidos la tecnología con la que cuenta Estados Unidos y cuanto de su presupuesto anual gastan en armas. Acá les dejo además de algunos vídeos contra los Robots del Nuevo Orden mundial. Algunas computaciones con Terminator que encontraran un poco similares a la realidad...

¡REBELIÓN CONTRA EL NUEVO ORDEN MUNDIAL!

viernes, 4 de diciembre de 2009

VITA


Este blog no es ni conservador, ni ultracatolico, ni de derecha, ni de la iglesia catolica, ni machista ni nada de eso.

Pero igualmente estamos contra el aborto. Creemos que una madre que aborta a su hijo le niega al mundo la posibilidad de un gran artista, un genial poeta, un filosofo o un revolucionario. Aunque tambien puede traer un delicuente o un banquero pero si llega a ser asi traeremos unas guillotinas y solucionaremos el problema.

Es algo claro, nunca vimos a una leona abortar, ni un perro, ni a un gato. Es triste que nosotros que tenemos la "sagrada razon" hagamos eso con nuestra prole.
Les dejo un texto sobre el tema para la reflexion. Obviamente todo tiene sus excepciones y sus reveses pero igualmente matar a un ser no nacido no es lo ideal.



¿De qué sirve que las muchachas, exentas de partici­par en la guerra, estén inactivas y no deseen , armadas con la pelta, seguir a los fieros escuadrones, si, sin tener nada que ver con Marte, de sus propias flechas soportan las heridas y arman sus temerarias manos contra sus propios hechos?. La que en primer lugar decidió arran­carse los tier­nos fetos, hubiera sido merecedora de morir en su propia batalla.

¿Es que para que tu vientre se vea libre del defecto de las arrugas, se ha de extender la arena de tu terrible lucha?. Si esa misma costumbre hubiese sido adoptada por las madres de la antigüedad, el género humano hubiera desapare­cido por falta de hombres y alguien, origen de nuestra especie, habría tenido que lanzar de nuevo pie­dras en un mundo vacío.

¿Quién hubiera aniquilado el poder de Príamo si la divinidad marina Tetis se hubiese negado a soportal el peso durante todo el tiempo completo?. Si Ilia hubiese matado en su hinchado vientre a los gemelos, hubiera perecido el fundador de la dominadora ciudad. Si Venus, cuando estaba embarazada de él, hubiese atentado en su útero contra Eneas, la tierra se hubiera visto privada de los Césares. Tú tam­bién, pudiendo nacer hermosa, hubieses muerto si, como tú, tu madre hubiera intentado tu acción.

Yo mismo, a pesar de preferir mejor morir amando, no hubiese visto la luz del día en el caso de que mi madre hubiese acabado con mi vida.

¿Por qué privas a la repleta vid de las uvas que van creciéndole y tomas con mano cruel los frutos no maduros? ¡Qué caigan los maduros por su propio peso!. Deja que los que hayan nacido crezcan: la vida no es un premio sin importan­cia para una pequeña espera.

¿Por qué escarbáis vuestro vientre con afiladas armas y administráis crueles venenos a los que aún no han nacido?


OVIDIO, Amores, 2, 14

martes, 17 de noviembre de 2009

TRADICION VS MODERNIDAD



LA TRADICIÓN CONTRA LA MODERNIDAD
COMBATIENDO SU VIRUS MORTAL

ANTIPODAS


viernes, 13 de noviembre de 2009

El Triunfo de la Voluntad



“De lo poco que podemos conocer de los acontecimientos del futuro, sólo una cosa es cierta: las fuerzas del movimiento del futuro no serán distintas a las del pasado: la voluntad del más fuerte, los instintos vitales, la raza, la voluntad de poseer, y el poder. Hay una inmensa diferencia, que la mayoría de la gente no entenderá nunca, entre ver la historia futura como será y verla como quisieran que sea. La paz es un anhelo, la guerra un hecho, y la historia nunca ha prestado atención a los deseos y a los ideales humanos."

Spengler


"Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad. "

Confucio

"No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos a hacerlas. Porque no tenemos voluntad, ellas son difíciles."

Seneca

"El gran secreto del poder se encuentra en la voluntad."

Giuseppe Mazzini

"¿Eres capaz de fijarte por ti mismo tu bien y tu mal y suspender sobre ti la ley de tu propia voluntad? ¿ Eres capaz de ser tu propio juez y el guardián de tu propia ley?"

Friedrich Nietzsche



Un ejemplo de como la naturaleza nos demuestra el valor de la Voluntad.


Les dejo tambien el link a una poesia de mi autoria dedicada a los que tienen voluntad.
http://el-hidalgo.blogspot.com/2009/10/esos-de-voluntad.html



¡VOLUNTAD! ¡TRIUNFO TOTAL!

viernes, 6 de noviembre de 2009

Mishima, o el trágico heroísmo de la antimodernidad






No cabe duda que en estas ocasiones el suicido es un mensaje. Primero, porque deja establecido que para algunos hombres hay cosas más importantes que la vida misma, y que sin esas cosas la vida no se justifica. Pero también porque la épica de ese tipo de suicido está atada a una causa, y más allá de la derrota de esa causa, tampoco vale la pena vivir


Escena de la pelicula inspirada en la obra Caballos Desbocados, jovenes Japoneses inspirados en el espiritu samurai buscan hacer una revolucion para expulsar a los Americanos de Japon.


JUAN PABLO VITALI

Mientras escucho la música de Philip Glass, de la vieja película “Mishima, una vida en cuatro capítulos” producida por Francis Ford Coppola y George Lucas, y dirigida por Paul Schrader, recientemente remasterizada, no puedo menos que reflexionar sobre cierto sentido trágico de la vida. Ese mismo sentido trágico de la existencia que tuvieron los griegos –a los que Mishima conocía muy bien– y los demás grandes pueblos antes de hacerse progresistas, y comenzar a creer que cada día nos acercamos más a la autosatisfacción y menos al sufrimiento y la muerte.
Pero el sufrimiento y la muerte de todos modos nos acechan y finalmente nos alcanzan, a veces sin haber logrado ser en la vida, más que una bolsa de mecánicos orgasmos, de imágenes vacías que no podríamos recordar y una infinidad de contradicciones angustiantes.

Es notable ver cómo la muerte por suicidio, en determinados casos –en este caso mediante el rito del sepukku– genera a su alrededor un espacio que algunos hombres reconocen todavía como sagrado. Un punto donde se convocan los irreductibles, los que todavía reconocen el significado simbólico de las cosas.

El hacerse a sí mismo de Mishima, en un sentido que podríamos denominar alquímico, me remite a la antigua práctica de las artes marciales, que silenciosamente todavía desarrollan millones de personas aún en Occidente, algunas sin comprender su profundo significado.

La autodisciplina como un placer superior, como un crecimiento continuo, tiene mucho que ver con el arte, se llame éste Bushido, escultura, poesía, teatro, pintura o danza. Todas esas artes la practicó de algún modo Mishima.

Su torturada vida es una parábola poética. Desde su narcisismo que muchos de los preocupados por esos temas no dudaron de calificar de homosexual, hasta la ardua disciplina de la Sociedad del Escudo, nos muestra siempre una búsqueda desesperada por moldear las formas de la belleza en un sentido externo y en un sentido interno, inconexamente primero y en una profunda fusión después.

Los que hacen gala de un antinorteamericanismo y un antijudaísmo barato deberían escuchar atentamente la música de Philip Glass, músico que reúne ambos orígenes, además de ser budista y un defensor de la causa tibetana. Lamentablemente, no es el buen gusto lo que generalmente se globaliza.

Posiblemente la sugestión que Occidente conserva por la cultura japonesa, no es más que la admiración silenciosa y furtiva por todo lo que hemos perdido. Reconocemos en un japonés imperial como Mishima, cosas que excepcionalmente reconozcamos en un occidental. O quizá nos resulte menos peligroso el reconocimiento de ese tipo de estética e ideas en la lejanía del Oriente, que sacando a la luz los muchos ejemplos de grandes suicidas con ideas afines en el Occidente. Y dejamos bien claro nuestra convicción sobre que en ambos casos, merecen nuestro reconocimiento y admiración.

No cabe duda que en estas ocasiones el suicido es un mensaje. Primero, porque deja establecido que para algunos hombres hay cosas más importantes que la vida misma, y que sin esas cosas la vida no se justifica. Pero también porque la épica de ese tipo de suicido está atada a una causa, y más allá de la derrota de esa causa, tampoco vale la pena vivir.

Exactamente lo contario de la mentalidad progresista, que cree encaminarse siempre hacia la ausencia de sufrimiento, en una irracional negación de la muerte.

Por eso los progresistas suelen convertir todas las derrotas en victorias, porque por irracionales y falsas que resulten sus tesis, para ellos el actual sentido del mundo representa un pensamiento totalitario que lo justifica todo, y de ningún modo podrían reconocer que ese sentido del mundo es negativo y también racionalmente falso.

Norman Rockwell el realismo Americano



Libertad De Expresion, obra creada para la campaña de las cuatro libertades del presidente Roosevelt lastima que esta libertad no ha sido muy respetada por los Gobiernos de Estados Unidos.





No todo lo que viene de USA es malo. Norman Rockwell creo grandes pinturas bellas y realistas de la vida natural de las personas. Imagenes distantes de una America que hoy vive en caos y degradacion. Y exporta porqueria ahora llamada arte a todo el mundo. Ademas de su comun Imperialismo y Capitalismo. Aunque Rockwell halla trabajado para los politicos de turno de Usa durante las guerras que llevo acabo durante su vida.

El estaba lejos de esa corrupcion y egoismo que vivia y vive en el gobierno de Usa.
El solo queria pintar la realidad como la veia, las cosas simples la vida.
Les dejo algunas pinturas y un escrito sobre el.



El arte de Estados Unidos se rinde a su clásico: Norman Rockwell

PATRICIA LAMSA


Modernos, surrealistas, abstractos, deconstrutivistas… Imposible darle más vueltas al arte. Los marchantes en Estados Unidos ya no saben qué vender. Y he aquí que toda la crítica se ha vuelto a sorprender con uno de sus clásicos. Un libro descubre las maravillas del arte de Norman Rockwell.



El número de noviembre de la revista Vanity Fair en Estados Unidos ha venido plagado de sugerencias. Una portada a Penélope Cruz, un capítulo de un libro sobre la crisis financiera, y un extenso elogio a la obra de Norman Rockwell. ¿Rockwell? ¿El que pintaba una América ñoña e inocente? ¿El que hacía las portadas más famosas del Saturday Evening Post? ¿El carroza?

El mismo.


Dando Gracias

Más aun. La revista reconoce que el cuadro más famoso del pintor se titula Dando gracias. Se trata de una abuela y su nieto, parados en una cafetería de segunda categoría en medio de una estación de ferrocarril. Antes de probar bocado, juntan las manos y rezan. Los comensales se quedan absortos mirando la estampa sin burlarse.
Esa imagen, dice la revista, ha sido considerada como “una afirmación de la necesidad de la fe en una sociedad cada vez más atea. Se le ha achacado que es sentimentalmente kitsch. Pero más comúnmente, se le ha celebrado como un impresionante foto fija de los americanos en su mejor momento: juntos, a pesar de la bulla, y coexistiendo pacíficamente”.

Si no fuera porque el párrafo está sacado de Vanity Fair, parecería extraído de una hoja parroquial. Pero no. La revista se rinde al encanto del pintor costumbrista americano moderno, Norman Rockwell, sobre quien va a salir un libro titulado Norman Rockwell: Behind the Camera [Norman Rockwell: detrás de la cámara], escrito porRon Schick (Little, Brown and Company).El libro explica la técnica de Rockwell basada en posados fotográficos queluego eran pasados al óleo con un toque de inocencia y picardía.
Rockwell no era muy asiduo a las iglesias. En sus notas manuscritas reconoce que el cuadro no es sobre la mujer y el niño, sino sobre la gente que está alrededor de ellos: “Esa gente está mirando, algunos sorprendidos, algunos confundidos, algunos recordando su propia infancia perdida, pero todos siempre mostrando respeto”.

Una encuesta realizada en Estados Unidos en 1955 demostró que Dando gracias era el cuadro de Rockwell más admirado por los norteamericanos. Actualmente, en varias ciudades de Estados Unidos se recuerdan las imágenes pintadas por Rockwell y hay exposiciones que recorren el país de costa a costa, acaparando un éxito de público.










miércoles, 4 de noviembre de 2009

Amigo / Enemigo


La enemistad o amistad no nace necesariamente de una necesidad, o del odio.
Nace muchas veces cuando se encuentran escencias y cosmovisiones totalmente contrapuestas.
Como Ormuz y Arhiman enfrentandos en las creencias de la antigua persia, el concepto amigo enemigo a avanzando a traves del tiempo.





Unas musicas y un escrito del señor Carl Schmitt, para su reflexion. Y para la derrota de sus enemigos.




La Diferenciación de Amigos y Enemigos como Criterio de lo Político

Por Carl Schmitt

Una definición conceptual de lo político puede obtenerse sólo mediante el descubrimiento y la verificación de categorías específicamente políticas. De hecho, lo político tiene sus propios criterios que se manifiestan de un modo particular frente a las diferentes áreas específicas relativamente independientes del pensamiento y del accionar humanos, en especial frente a lo moral, lo estético y lo económico. Por ello lo político debe residir en sus propias, últimas, diferenciaciones, con las cuales se puede relacionar todo accionar que sea político en un sentido específico. Supongamos que, en el área de lo moral las diferenciaciones últimas están dadas por el bien y el mal; que en lo estético lo están por la belleza y la fealdad; que lo estén por lo útil y lo perjudicial en lo económico o bien, por ejemplo, por lo rentable y lo no-rentable. La cuestión que se plantea a partir de aquí es la de si hay — y si la hay, en qué consiste — una diferenciación especial, autónoma y por ello explícita sin más y por si misma, que constituya un sencillo criterio de lo político y que no sea de la misma especie que las diferenciaciones anteriores ni análoga a ellas.

La diferenciación específicamente política, con la cual se pueden relacionar los actos y las motivaciones políticas, es la diferenciación entre el amigo y el enemigo. Esta diferenciación ofrece una definición conceptual, entendida en el sentido de un criterio y no como una definición exhaustiva ni como una expresión de contenidos. En la medida en que no es derivable de otros criterios, representa para lo político el mismo criterio relativamente autónomo de otras contraposiciones tales como el bien y el mal en lo moral; lo bello y lo feo en lo estético, etc. En todo caso es autónomo, no por constituir un nueva y propia esfera de cuestiones, sino por el hecho que no está sustentado por alguna, o varias, de las demás contraposiciones ni puede ser derivado de ellas. Si la contraposición del bien y del mal no puede ser equiparada así como así y simplemente con la de lo bello y lo feo, ni con la de lo útil y lo perjudicial, siendo que tampoco puede ser derivada de ellas, mucho menos debe confundirse o entremezclares la contraposición del amigo y el enemigo con cualquiera de las contraposiciones anteriores. La diferenciación entre amigos y enemigos tiene el sentido de expresar el máximo grado de intensidad de un vínculo o de una separación, una asociación o una disociación. Puede existir de modo teórico o de modo práctico, sin que por ello y simultáneamente todas las demás diferenciaciones morales, estéticas, económicas, o de otra índole, deban ser de aplicación. El enemigo político no tiene por qué ser moralmente malo; no tiene por qué ser estéticamente feo; no tiene por qué actuar como un competidor económico y hasta podría quizás parecer ventajoso hacer negocios con él. Es simplemente el otro, el extraño, y le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un sentido existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los conflictos con él se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser resueltos por una normativa general establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero "no-involucrado" y por lo tanto "imparcial".

La posibilidad de entender y comprender correctamente — y con ello también el derecho a participar y a juzgar — están dados aquí sólo por la colaboración y la coparticipación existenciales. Al caso extremo del conflicto solamente pueden resolverlo entre si los propios participantes; esto es: cada uno de ellos sólo por si mismo puede decidir si la forma de ser diferente del extraño representa, en el caso concreto del conflicto existente, la negación de la forma existencial propia y debe, por ello, ser rechazada o combatida a fin de preservar la propia, existencial, especie de vida. En la realidad psicológica, al enemigo fácilmente se lo trata de malo y de feo porque cada diferenciación recurre, la mayoría de las veces en forma natural, a la diferenciación política como la más fuerte e intensa de diferenciaciones y agrupamientos a fin de fundamentar sobre ella todas las demás diferenciaciones valorativas. Pero esto no cambia nada en la independencia de esas contraposiciones. Consecuentemente, también es válida la inversa: lo que es moralmente malo, estéticamente feo o económicamente perjudicial todavía no tiene por qué ser enemigo; lo que es moralmente bueno, estéticamente bello o económicamente útil no tiene por qué volverse amigo en el sentido específico, esto es: político, de la palabra. La esencial objetividad y autonomía de lo político puede verse ya en esta posibilidad de separar una contraposición tan específica como la de amigo-enemigo de las demás diferenciaciones y comprenderla como algo independiente.

domingo, 18 de octubre de 2009

En Contra del Mundo Moderno






El Mundo se ha Precipitado en Una Edad Oscura

Por Julius Evola

Es en gran medida sabido que mientras el hombre moderno ha creído y en gran medida aun cree en el mito de la evolución, las civilizaciones antiguas en cambio, casi sin excepción e incluso hasta las poblaciones "salvajes", reconocieron en vez la involución, la gradual decadencia del hombre desde un estado primordial concebido no como un pasado semi-simiesco, sino como el de una alta espiritualidad.

La forma más notoria de tal enseñanza es el mito de Hesíodo respecto de las cuatro edades del mundo -del oro, de la plata, del bronce y del hierro- las cuales corresponden a grados sucesivos de la mencionada decadencia o descenso. Totalmente análogo a ello es la enseñanza hindú respecto de los yuga, ciclos de conjunto y sucesivos que son del mismo modo cuatro y que a partir de una "edad del ser" o "de la verdad" satya-yuga, van hasta una "edad oscura", kali-yuga. De acuerdo a tales tradiciones, los tiempos actuales corresponden al epicentro propio de este último período: nosotros nos encontraríamos pues en plena "edad oscura".

Si bien la formulación de tales teorías sea antiquísima, de hecho los caracteres previstos para la "edad oscura" corresponden en modo sumamente desconcertante a las características generales de nuestros tiempos. Ello puede ser recabado de ciertos pasajes del Vishnu-pûrana, texto que nos ha conservado gran parte del tesoro de las antiguas tradiciones y de los antiguos mitos de la India. Nosotros nos hemos limitado a agregar entre paréntesis algunas aclaraciones y a subrayar las correspondencias más evidentes.

Comencemos:

"Razas de siervos, de sin casta y de bárbaros se adueñarán de las riberas de la tierra hindú… Los jefes que reinarán sobre la tierra, como naturalezas violentas se adueñarán de los bienes de sus súbditos. Limitados en su poder, la mayor parte de éstos se levantará y caerá rápidamente. Muy breve será su vida, insaciables sus deseos, y ellos casi ignorarán qué cosa sea la piedad. Los pueblos de los diferentes países, que se mezclarán con ellos, seguirán su mismo ejemplo".

(Se trata aquí de las nuevas invasiones bárbaras con la consiguiente invasión del virus del materialismo y de la salvaje voluntad de dominio propia del Occidente moderno en civilizaciones que aun son fieles a milenarias y sagradas tradiciones. Tal proceso como se sabe se encuentra en pleno desarrollo en el Asia. )

"La casta predominante será la de los siervos (período proletario-socialista: comunismo). Aquellos que poseen abandonarán la agricultura y el comercio y se convertirán en siervos o ejerciendo profesiones mecánicas (proletarización industrializadora). Los jefes en vez de proteger a sus súbditos los despojarán y bajo pretextos fiscales robarán las propiedades a la casta de los mercaderes (crisis de la propiedad privada y del capitalismo, estatización comunista de la propiedad)".

"La salud (interior) y la ley (conforme a la propia naturaleza) disminuirán de día en día hasta que el mundo será totalmente pervertido, Sólo los bienes materiales conferirán rango. Como única meta de devoción será la preocupación por la salud física, el único lazo existente entre los sexos será el placer, el único camino para el éxito en las competencias será el fraude y la mentira". "La tierra será sólo venerada por sus tesoros minerales (industrialización a ultranza, muerte de la religión en la tierra)". "Las vestimentas sacerdotales se sustituirán a la dignidad del sacerdote". "La debilidad será la única causa de la obediencia (final de las antiguas relaciones de lealtad y de honor)". "La raza será ya incapaz de producir nacimientos divinos".

"Habiendo sido socavados por seres sin fe, los hombres se preguntarán entonces de manera insolente: '¿Qué autoridad tienen los textos tradicionales? ¿Qué son estos dioses, qué es la casta que posee la autoridad espiritual? (brâhmana)'". "El respeto por las castas, por el orden social y por las instituciones (tradicionales) será menoscabado en la edad oscura". "Los matrimonios en esta edad dejarán de ser un rito y las reglas que vinculan a un discípulo con un Maestro espiritual no tendrán más fuerza. Se pensará que quienquiera y por cualquier vía pueda alcanzar el estado de los regenerados (es el nivel democratizante de las pretensiones modernas por la espiritualidad) y los actos de devoción que podrán aun ser ejecutados no producirán más resultado alguno".

"Todo orden de vida será igual promiscuamente para todos (conformismo, estandarización)". "Aquel que distribuya más dinero será señor de los hombres y la descendencia familiar dejará de ser un título de preeminencia (superación de la nobleza tradicional)". "Los hombres concentrarán sus intereses en la adquisición, aun deshonesta, de las riquezas".

"Toda especie de hombre se imaginará ser igual a un brâhmana (pretensiones prevaricadoras de la libre cultura académica; arrogancia de la ignorancia). La gente tendrá como nunca un terror por la muerte y se espantará por la pobreza; tan sólo por tales razones conservará la forma (una apariencia) de un culto".

"Las mujeres no cumplirán más con las órdenes de sus esposos ni de sus padres. Serán egoístas, abyectas, descentradas, mentirosas y se apegarán a las personas disolutas. Ellas se convertirán simplemente en objeto de satisfacción sexual". "La impiedad prevalecerá entre los hombres desviados por la herejía y, en consecuencia, la duración de su vida será mucho más breve".

Si la actualidad de tal profecía del Vishnu-pûrana tiene rasgos difícilmente refutables, para alcanzar el significado completo de la misma habría que tener un sentido del punto de referencia, es decir de aquello que habrían sido sus orígenes, del estado desde el cual paulatinamente la humanidad habría decaído. ¿Pero qué significado hoy podrían tener para la mayoría términos tales como 'edad del ser' y 'edad del oro'? Lamentablemente ello se reducirá a simples recreaciones mítico-literarias.

En el texto en cuestión valdría la pena notar dos temas ulteriores que mitigan sobremanera las tétricas perspectivas de la "edad oscura". Haremos de ello tan sólo una mención. El primero es la idea de que aquel que ha nacido en el kali-yuga y es sin embargo capaz de reconocer los valores verdaderos y la ley verdadera, éste recogerá frutos sobrenaturales difícilmente alcanzables en tiempos más fáciles. "Pesimismo heroico", diría Nietzsche, y esta idea no es ajena al mismo cristianismo. El segundo punto es que el mismo kali-yuga, en razón de vincularse a un desarrollo cíclico cósmico más vasto, tendrá también un final. A causa de una mutación no simplemente humana se producirá una mutación general. Le seguirá a ello una especie de regeneración, de un nuevo principio.

Esperemos que sea así: y sobre todo que antes no estemos obligados a ir hasta el fondo del abismo, con las delicias que la 'era atómica' nos reserva.

Roma, 14 de enero de 1954

¡REVUELTA CONTRA EL MUNDO MODERNO!

Desde Lejos



miércoles, 30 de septiembre de 2009

¡EL CONOCIMIENTO ES PODER!



Recordando los slogans del Ingsoc en ese glorioso libro de George Orwell 1984, atacamos sobre la ignorancia como ese método de sometimiento que llevan los estados sobre sus pueblos.
Recordando la Frase: "La ignorancia es la Fuerza"

Dejamos esta cita de Unanumo para la reflexión y la liberación.




"Solo el que sabe es libre, y mas libre el que mas sabe. Solo la cultura da libertad. No proclaméis libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino da pensamientos. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura"

Unamuno

Igualdad....Igualitarismo....Mediocridad



Puede decirse que somos todos iguales cuando en el mundo y en su historia existen seres tan dispares como lo serian los antiguos guerreros repletos de ideales y honor. Y compararlos con los modernos comerciantes que solo les importa ganar mas y vender mas. ¿Podríamos?



Acaso las jerarquías entre los hombres ya no existen o olvidamos el legado de Platon en la república. Es que el igualitarismo moderno pretende iguales a los mejores con los peores haciéndonos a todos mas mediocres. Olvidando que la naturelaza siempre creo mejores y peores y creo jerarquías. La globalizacion del igualitarismo lleva al hombre a una igualdad forzada que no existe.



"Decir que los hombres son iguales es tan absurdo como proclamar que lo son las hojas de un árbol."

Ramiro de Maeztu



Solo basta comparara nuestro viejo Don Quijote con uno de esos buenos señores de Wall Street y entenderemos la cuestión.


¡POR EL RENACER DE LA ARISTOCRACIA DEL ESPIRITU!

viernes, 18 de septiembre de 2009

¡ZARATUSTRA VIVE!



Zoroastro (Griego: Ζωροάστρης, Zōroastrēs) o Zarathustra (Avéstico: Zaraθuštra), (castellanizado Zaratustra) (Propietario de los camellos dorados) es el nombre de un personaje histórico iraní, profeta y fundador del Zoroastrismo del que se sabe poco o nada de forma directa, y las pocas referencias a él están rodeadas de misterio y leyenda. Si bien algunas fuentes afirman que fue un filósofo persa, otras argumentan que es más bien un título dado a una serie de maestros (hasta cuatro), más que el nombre de uno concreto de ellos, y que el hombre al que solemos referirnos como Zoroastro habría sido el del último de la serie.


Mediante cálculos indirectos sobre vagas referencias a otros personajes coetáneos o posteriores, se estima que nació en la región persa de Bactriana en torno al 628 a.C. y murió sobre el 551 a.C. Sea como fuere, lo cierto es que parece indudable que creó una de las primeras religiones monoteístas de la Historia, denominada mazdeísmo, aunque por extensión del nombre del personaje, acabó por conocerse como Zoroastrismo.

Como base escrita al mazdeísmo, Zoroastro dejó una obra, el Zend Avesta, en forma de recopilación de cánticos sagrados, los primeros de los cuales, y parte fundamental del Avesta reciben el nombre de gathas.

Durante su vida, Zoroastro se mostró como un feroz opositor de las religiones politeístas presentes en la zona del valle del Indo y Persia. Si bien logró algunos éxitos, no fue hasta después de su muerte cuando el mazdeísmo alcanzó una gran expansión en la zona, convirtiéndose en religión oficial de los Aqueménidas o de los Sasánidas hasta bien entrada la Alta Edad Media. La expansión del Islam erradicó prácticamente por completo el mazdeísmo, que pervivió de forma meramente testimonial en algunas comunidades ocultas de Persia y en la isla de Ormuz, en el Golfo Pérsico, y en la región de Bombay en India.






ASI HABLO ZARATUSTRA


Del hombre superior


1

Cuando por primera vez fui a los hombres cometí la tontería propia de los eremitas, la gran tontería: me instalé en el mercado.

Y cuando hablaba a todos no habla a nadie. Y por la noche tuve como compañeros a volatineros y cadáveres; y yo mismo era casi un cadáver.

Mas a la mañana siguiente llegó a mí una nueva verdad: entonces aprendí a decir «¡Qué me importan el mercado y la plebe y el ruido de la plebe y las largas orejas de la plebe!»

Vosotros hombres superiores, aprended esto de mí: en el mercado nadie cree en hombres superiores. Y si queréis hablar allí, ¡bien! Pero la plebe dirá parpadeando «todos somos iguales».

«Vosotros hombres superiores, -así dice la plebe parpadeando- no existen hombres superiores, todos somos iguales, el hombre no es más que hombre, ¡ante Dios todos somos iguales!».

¡Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha muerto. Y ante la plebe nosotros no queremos ser iguales. ¡Vosotros hombres superiores, marchaos del mercado!

2

¡Ante Dios! - ¡Mas ahora ese Dios ha muerto! Vosotros hombres superiores, ese Dios era vuestro máximo peligro.

Sólo desde que él yace en la tumba habéis vuelto vosotros a resucitar. Sólo ahora llega el gran mediodía, sólo ahora se convierte el hombre superior - ¡en señor!

¿Habéis entendido esta palabra, oh hermanos míos? Estáis asustados: ¿sienten vértigo vuestros corazones? ¿Veis abrirse aquí para vosotros el abismo? ¿Os ladra aquí el perro infernal?

¡Bien! ¡Adelante! ¡Vosotros hombres superiores! Ahora es cuando la montaña del futuro humano está de parto. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos -que viva el superhombre.

3

Los más preocupados preguntan hoy: «¿Cómo se conserva el hombre?» Pero Zaratustra pregunta, siendo el único y el primero en hacerlo: «¿Cómo se supera al hombre?»

El superhombre es lo que yo amo, él es para mí lo primero y lo único, - y no el hombre: no el prójimo, no el más pobre, no el que más sufre, no el mejor. -

Oh hermanos míos, lo que yo puedo amar en el hombre es que es un tránsito y un ocaso. Y también en vosotros hay muchas cosas que me hacen amar y tener esperanzas.

Vosotros habéis despreciado, hombres superiores, esto me hace tener esperanzas. Pues los grandes despreciadores son los grandes veneradores.

En el hecho de que hayáis desesperado hay mucho que honrar. Porque no habéis aprendido cómo resignaros, no habéis aprendido las pequeñas corduras.

Hoy, en efecto, las gentes pequeñas se han convertido en los señores: todas ellas predican resignación y modestia y cordura y laboriosidad y miramientos y el largo etcétera de las pequeñas virtudes.

Lo que es de especie femenina, lo que procede de especie servil y, en especial, la mezcolanza plebeya: eso quiere ahora enseñorearse de todo destino del hombre ¡oh náusea! ¡náusea! ¡náusea!

Eso pregunta y pregunta y no se cansa: «¿Cómo se conserva el hombre, del modo mejor, más prolongado, más agradable?» Con esto - ellos son los señores de hoy.

Superadme a estos señores de hoy, oh hermanos míos, - a estas gentes pequeñas: ¡ellas son el máximo peligro del superhombre!

¡Superadme, hombres superiores, las pequeñas virtudes, las pequeñas corduras, los miramientos minúsculos, el bullicio de hormigas, el mísero bienestar, la «felicidad de los más»!

Y antes desesperar que resignarse. Y, en verdad, yo os amo porque no sabéis vivir hoy, ¡vosotros hombres superiores! Ya que así es como vosotros vivís - ¡del modo mejor!

4

¿Tenéis valor, oh hermanos míos? ¿Sois gente de corazón? ¿No valor ante testigos, sino el valor del eremita y del águila, del cual no es ya espectador ningún Dios?

A las almas frías, a las acémilas, a los ciegos, a los borrachos, a esos yo nos lo llamo gente de corazón. Corazón tiene el que conoce el miedo, pero domeña el miedo, el que ve el abismo, pero con orgullo.

El que ve el abismo, pero con ojos de águila, el que aferra el abismo con garras de águila: ése tiene valor. --

5

«El hombre es malvado» - así me dijeron, para consolarme, los más sabios. ¡Ay, si eso fuero hoy verdad! Pues el mal es la mejor fuerza del hombre.

«El hombre tiene que mejorar y que empeorar» esto es lo que yo enseño. Lo peor es necesario para lo mejor del superhombre.

Para aquel predicador de las pequeñas gentes acaso fuera bueno que él sufriese y padeciese por el pecado del hombre. Pero yo me alegro del gran pecado como de mi gran consuelo.

Esto no está dicho, sin embargo, para orejas largas. No toda palabra conviene tampoco a todo hocico. Estas son cosas delicadas y remotas: ¡hacia ellas no deben alargarse las pezuñas de las ovejas!

6

Vosotros hombres superiores, ¿creéis acaso que yo estoy aquí para arreglar lo que vosotros habéis estropeado?

¿O que quiero prepararos para lo sucesivo un lecho más cómodo a vosotros los que sufrís? ¿O mostraros senderos nuevos y más fáciles a vosotros los errantes, extraviados, perdidos por los montes?

¡No! ¡No! ¡Tres veces no! Deben perecer cada vez más, cada vez mejores de vuestra especie, - pues vosotros debéis tener una vida siempre peor y más dura. Sólo así

-sólo así el hombre crece hasta aquella altura en que el rayo cae sobre él y lo hace pedazos: ¡suficientemente alto para el rayo!

Hacia lo poco, hacia lo prolongado, hacia lo lejano tienden mi mente y mi anhelo: ¡qué podría importarme vuestra mucha, corta, pequeña miseria!

¡Para mí no sufrís aún bastante! Pues sufrís por vosotros, no habéis sufrido aún por el hombre. ¡Mentiríais si dijeseis otra cosa! Ninguno de vosotros sufre por aquello por lo que yo he sufrido. -

7

No me basta con que el rayo ya no cause daño. Yo no quiero desviarlo: debe aprender - a trabajar para mí.

Hace ya mucho tiempo que mi sabiduría se acumula como una nube, se vuelve más silenciosa y oscura. Así hace toda sabiduría que alguna vez debe parir rayos.

Para estos hombres de hoy no quiero yo ser luz ni llamarme luz. A éstos - quiero cegarlos: ¡rayo de mi sabiduría! ¡Sácales los ojos!

8

No queráis nada por encima de vuestra capacidad: hay una falsedad perversa en quienes quieren por encima de su capacidad.

¡Especialmente cuando quieren cesas grandes! Pues despiertan desconfianza contra las cosas grandes, esos refinados falsarios y comediantes:

-hasta que, finalmente, son falsos ante sí mismos, gente de ojos bizcos, madera carcomida y blanqueada, cubiertos con un manto de palabras fuertes, de virtudes aparatosas, de obras falsas y relumbrantes.

¡Tened en esto mucha cautela, vosotros hombres superiores! Pues nada me parece hoy más precioso y raro que la honestidad.

¿No es este hoy de la plebe? Mas la plebe no sabe lo que es grande, lo que es pequeño, lo que es recto y honesto: ella es inocentemente torcida, ella miente siempre.

9

Tened hoy una sana desconfianza, ¡vosotros hombres superiores, hombres valientes! ¡Hombres de corazón abierto! ¡Y mantened secretas vuestras razones! Pues este hoy es de la plebe.

Lo que la plebe aprendió en otro tiempo a creer sin razones, ¿quién podría - destruírselo mediante razones?

Y en el mercado se convence con gestos. Las razones, en cambio, vuelven desconfiada a la plebe.

Y si alguna vez la verdad venció allí, preguntaos con sana desconfianza: «¿Qué fuerte error ha luchado por ella?»

¡Guardaos también de los doctos! Os odian: ¡pues ellos son estériles! Tienen ojos fríos y secos, ante ellos todo pájaro yace desplumado.

Ellos se jactan de no mentir, mas incapacidad para la mentira no es ya, ni de lejos, amor a la verdad. ¡Estad en guardia!

¡Falta de fiebre no es ya, ni de lejos, conocimiento! A los espíritus resfriados yo no les creo. Quien no puede mentir no sabe qué es la verdad.

10

¡Si queréis subir a lo alto emplead vuestras propias piernas! ¡No dejéis que os lleven hasta arriba, no os sentéis sobre espaldas y cabezas de otros!

¿Tú has montado a caballo? ¿Y ahora cabalgas velozmente hacia tu meta? ¡Bien, amigo mío! ¡Pero también tu pie tullido va montado sobre el caballo!

Cuando estés en la meta, cuando saltes de tu caballo: precisamente en tu altura, hombre superior - ¡darás un traspié!

11

¡Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! No se está grávido más que del propio hijo.

¡No os dejéis persuadir, adoctrinar! ¿Quién es vuestro prójimo? Y aunque obréis «por el prójimo», - ¡no creéis, sin embargo, por él!

Olvidadme ese «por», creadores: precisamente vuestra virtud quiere que no hagáis ninguna cosa «por» y «a causa de» y «porque». A estas pequeñas palabras falsas debéis cerrar vuestros oídos.

El «por el prójimo» es la virtud tan sólo de las gentes pequeñas: entre ellas se dice «tal para cual» y «una mano lava la otra»: - ¡no tienen ni derecho ni fuerza de exigir vuestro egoísmo!

¡En vuestro egoísmo, creadores, hay la cautela y la previsión de la embarazada! Lo que nadie ha visto aún con sus ojos, el fruto: eso es lo que vuestro amor entero protege y cuida y alimenta.

¡Allí donde está todo vuestro amor, en vuestro hijo, allí está también toda vuestra virtud! Vuestra obra, vuestra voluntad es vuestro «prójimo»: ¡no os dejéis inducir a admitir falsos valores!

12

¡Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! Quien tiene que dar a luz está enfermo; y quien ha dado a luz está impuro.

Preguntad a las mujeres: no se da a luz porque ello divierta. El dolor hace cacarear a las gallinas y a los poetas.

Vosotros creadores, en vosotros hay muchas cosas impuras. Esto se debe a que tuvisteis que ser madres.

Un nuevo hijo: ¡oh, cuánta nueva suciedad ha venido también con él al mundo! ¡Apartaos! ¡Y quien ha dado a luz debe lavarse el alma hasta limpiarla!

13

¡No seáis virtuosos por encima de vuestras fuerzas! ¡Y no queráis de vosotros nada que vaya contra la verosimilitud!

¡Caminad por las sendas por las que ya la virtud de vuestros padres caminó! ¿Cómo querríais subir alto si no sube con vosotros la voluntad de vuestros padres?

¡Mas quien quiera ser el primero vea de no convertirse también en el último! ¡Y allí donde están los vicios de vuestros padres no debéis querer pasar por santos!

Si los padres de alguien fueron aficionados a las mujeres y a los vinos fuertes y a la carne de jabalí: ¿qué ocurriría si ese alguien pretendiese de sí la castidad?

¡Una necedad sería ello! Mucho, en verdad, me parece para ése el que se contente con ser marido de una o de dos o de tres mujeres.

Y si fundase conventos y escribiese encima de la puerta: «el camino hacia la santidad», -yo diría: ¡para qué! ¡eso es una nueva necedad!

Ha fundado para sí mismo un correccional y un asilo: ¡buen provecho! Pero yo no creo en eso.

En la soledad crece lo que uno ha llevado a ella, también al animal interior. Por ello resulta desaconsejable para muchos la soledad.

¿Ha habido hasta ahora en la tierra algo más sucio que los santos del desierto? En torno a ellos no andaba suelto tan sólo el demonio, - sino también el cerdo.

14

Tímidos, avergonzados, torpes, como un tigre al que le ha salido mal el salto: así, hombres superiores, os he visto a menudo apartaros furtivamente a un lado. Os había salido mal una jugada.

Pero vosotros, jugadores de dados, ¡qué importa eso! ¡No habéis aprendido a jugar y a hacer burlas como se debe! ¿No estamos siempre sentados a una gran mesa de burlas y de juegos ?

Y aunque se os hayan malogrado grandes cosas, ¿es que por ello vosotros mismos - os habéis malogrado? Y aunque vosotros mismos os hayáis malogrado, ¿se malogró por ello - el hombre? Y si el hombre se malogró: ¡bien! ¡adelante!

15

Cuanto más elevada es la especie de una cosa tanto más raramente se logra ésta. Vosotros hombres superiores, ¿no sois todos vosotros - malogrados?

¡Tened valor, qué importa! ¡Cuántas cosas son aún posibles! ¡Aprended a reíros de vosotros mismos como hay que reír!

¡Por qué extrañarse, por lo demás, de que os hayáis malogrado y os hayáis logrado a medias, vosotros semidespedazados! ¿Es que no se agolpa y empuja en vosotros - el futuro del hombre?

Lo más remoto, profundo, estelarmente alto del hombre, su fuerza inmensa: ¿no hierve todo eso, chocando lo uno con lo otro, en vuestro puchero?

¡Por qué extrañarse de que más de un puchero se rompa! ¡Aprended a reíros de vosotros mismos como hay que reír! Vosotros hombres superiores, ¡oh, cuántas cosas son aún posibles!

Y, en verdad, ¡cuántas cosas se han logrado ya! ¡Qué abundante es esta tierra en pequeñas cosas buenas y perfectas, en cosas bien logradas!

¡Colocad pequeñas cosas buenas y perfectas a vuestro alrededor, hombres superiores! Su áurea madurez sana el corazón. Lo perfecto enseña a tener esperanzas.

16

¿Cuál ha sido hasta ahora en la tierra el pecado más grande? ¿No lo ha sido la palabra de quien dijo: «¡Ay de aquellos que ríen aquí»?

¿Es que no encontró en la tierra motivos para reír? Lo que ocurrió es que buscó mal. Incluso un niño encuentra aquí motivos.

El - no amaba bastante: ¡de lo contrario nos habría amado también a nosotros los que reímos! Pero nos odió y nos insultó, nos prometió llanto y rechinar de dientes.

¿Es que hay que maldecir cuando no se ama? Esto me parece mal gusto. Pero así es cómo actuó aquel incondicional. Procedía de la plebe.

Y él mismo no amó bastante: de lo contrario se habría enojado menos porque no se le amase. Todo gran amor no quiere amor: - quiere más.

¡Evitad a todos los incondicionales de esa especie! Es una pobre especie enferma, una especie plebeya: contemplan malignamente esta vida, tienen mal de ojo para esta tierra.

¡Evitad a todos los incondicionales de esa especie! Tienen pies y corazones pesados: - no saben bailar. ¡Cómo iba a ser ligera la tierra para ellos!

17

Por caminos torcidos se aproximan todas las cosas buenas a su meta. Semejantes a los gatos, ellas arquean el lomo, ronronean interiormente ante su felicidad cercana, - todas las cosas buenas ríen.

El modo de andar revela si alguien camina ya por su propia senda: ¡por ello, vedme andar a mí! Mas quien se aproxima a su meta, ése baila.

Y, en verdad, yo no me he convertido en una estatua, ni estoy ahí plantado, rígido, insensible, pétreo, cual una columna: me gusta correr velozmente.

Y aunque en la tierra hay también cieno y densa tribulación: quien tiene pies ligeros corre incluso por encima del fango y baila sobre él como sobre hielo pulido.

Levantad vuestros corazones, hermanos míos, ¡arriba! ¡más arriba! ¡Y no me olvidéis las piernas! Levantad también vuestras piernas, vosotros buenos bailarines, y mejor aún: ¡sosteneos incluso sobre la cabeza!

18

Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: yo mismo me he puesto sobre mi cabeza esta corona, yo mismo he santificado mis risas. A ningún otro he encontrado suficientemente fuerte hoy para hacer esto:

Zaratustra el bailarín, Zaratustra el ligero, el que hace señas con las alas, uno dispuesto a volar, haciendo señas a todos los pájaros, preparado y listo, bienaventurado en su ligereza: -

Zaratustra el que dice verdad, Zaratustra el que ríe verdad, no un impaciente, no un incondicional, sí uno que ama los saltos y las piruetas; ¡yo mismo me he puesto esa corona sobre mi cabeza!

19

Levantad vuestros corazones, hermanos míos, ¡arriba! ¡más arriba! ¡y no me olvidéis tampoco las piernas! Levantad también vuestras piernas, vosotros buenos bailarines, y mejor aún: ¡sosteneos incluso sobre la cabeza!

También en la felicidad hay animales pesados, hay cojitrancos de nacimiento. Extrañamente se afanan, como un elefante que se esforzarse en sostenerse sobre la cabeza.

Pero es mejor estar loco de felicidad que estarlo de infelicidad, es mejor bailar torpemente que caminar cojeando. Aprended, pues, de mí mi sabiduría: incluso la peor de las cosas tiene dos reversos buenos,

-incluso la peor de las cosas tiene buenas piernas para bailar: ¡aprended, pues, de mí, hombres superiores, a teneros sobre vuestras piernas derechas!

-¡Olvida, pues, el poner cara de atribulados y toda tristeza plebeya! ¡Oh, qué tristes me parecen hoy incluso los payasos de la plebe! Pero este hoy es de la plebe.

20

Haced como el viento cuando se precipita desde sus cavernas de la montaña: quiere bailar al son de su propio silbar, los mares tiemblan y dan saltos bajo sus pasos.

El que proporciona alas a los asnos, el que ordeña a las leonas, ¡bendito sea ese buen espíritu indómito, que viene cual viento tempestuoso para todo hoy y toda plebe, -

-que es enemigo de las cabezas espinosas y cavilosas, y de todas las mustias hojas y yerbajos: alabado sea ese salvaje, bueno, libre espíritu de tempestad, que baila sobre las ciénagas y las tribulaciones como si fueran prados!

El que odia los tísicos perros plebeyos y toda cría sombría y malograda: ¡bendito sea ese espíritu de todos los espíritus libres, la tormenta que ríe, que sopla polvo a los ojos de todos los pesimistas, purulentos!

Vosotros hombres superiores, esto es lo peor de vos­otros: ninguno habéis aprendido a bailar como hay que bailar - ¡a bailar por encima de vosotros mismos! ¡Qué importa que os hayáis malogrado!

¡Cuántas cosas son posibles aún! ¡Aprended, pues, a reíros de vosotros sin preocuparos de vosotros! Levantad vuestros corazones, vosotros buenos bailarines, ¡arriba! ¡mas arriba! ¡Y no me olvidéis tampoco el buen reír!

Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: ¡a vosotros hermanos míos, os arrojo esta corona! Yo he san­ticado el reír; vosotros hombres superiores, aprended - ¡a reír!




Friedrich Nietzsche

sábado, 29 de agosto de 2009

TA TENO KAI!


En memoria del ultimo Samurai.










La sociedad de los escudos

Yukio Mishima

(Manifiesto en conmemoración del primer aniversario de la Sociedad de los
Escudos, noviembre de 1968)

La sociedad de los escudos que he formado está compuesta por menos de cien miembros, no dispone de armas y es el ejército más pequeño del mundo. A pesar de acoger a nuevos miembros todos los años, he decidido no superar los cien afiliados, pues no deseo mandar a más de cien hombres.

No se les paga nada. Sólo se les proporciona un uniforme estival y otro invernal, birretes, botas y un uniforme de combate. Este último es extraordinariamente vistoso y fue diseñado por Tsukumo Iragashi, el único estilista japonés que creó uniformes para De Gaulle. La bandera de nuestra Sociedad es simple: un blasón rojo sobre seda blanca. Yo diseñé personalmente nuestro emblema, que consiste en un círculo que encierra dos antiguos yelmos japoneses. El mismo dibujo aparece en los birretes y en los botones. Para ser miembro de la sociedad de los Escudos es conveniente ser estudiante universitario. Ello obedece a una razón bastante obvia: se es joven y se dispone de tiempo. Quien trabaja no puede concederse arbitrariamente largos periodos de
vacaciones. Para ser admitido en la Sociedad se requiere además cumplir un mes de ejercicios militares en un regimiento de infantería del Ejército de Defensa y luego aprobar un examen.

Una vez convertido en miembro de la sociedad, se participa en una asamblea mensual donde se consagra a alguna actividad encomendada a grupos de diez; al año siguiente se pasa un nuevo periodo de adiestramiento en el Ejército de Defensa. Actualmente, los miembros de la Sociedad se están ejercitando para la marcha que se llevará a cabo sobre la terraza del Teatro Nacional el 3 de noviembre. La Sociedad de los Escudos es un ejército preparado para intervenir en cualquier momento. Es imposible prever cuándo entrará en acción. Tal vez nunca. O tal vez mañana mismo. Hasta ese momento, la Sociedad de los Escudos no cumplirá ningún otro cometido. Ni siquiera participará en las demostraciones públicas. No distribuirá octavillas. No
lanzará cócteles molotov. No arrojará piedras. No hará manifestaciones contra nada ni nadie. No organizará comicios. Sólo participará en el encuentro decisivo. Este es el ejército espiritual más pequeño del mundo, compuesto por jóvenes que no poseen armas sino músculos bien templados. La gente nos insulta llamándonos “soldaditos de plomo”.
Como comandante de los cien hombres, cuando me toca pasar un mes junto a los miembros del Ejército de Defensa me levanto como todos al toque de diana de las seis de la mañana, o a veces a las tres, cuando hay una convocatoria de emergencia, y corro con ellos cinco kilómetros… (yo, habitualmente, no me despierto antes de la una de la tarde).

En efecto, en la vida civil me dedico a la redacción de largas, larguísimas novelas, que me parecen interminables. Durante la noche selecciono las palabras una a una, sopesándolas igual que haría un farmacéutico con sus drogas sobre una balanza sumamente sensible, para después unirlas. Logro conciliar el sueño cuando ya ha llegado la mañana.

Sé que debo mantener un equilibrio constante entre mi actividad en la Sociedad de los Escudos y la calidad de mi trabajo literario. Si este equilibrio se quebrara, la sociedad de los Escudos degeneraría hasta convertirse en la distracción de un artista, o bien yo terminaría por transformarme en un político. Cuanto más comprendo las sutiles funciones de las palabras, con mayor claridad veo que frente a la realidad, el artista es absolutamente irresponsable, como un gato. En mi calidad de artista, no me sentiría responsable ni siquiera aunque el mundo se derritiese como un helado. Pues he sido yo, en efecto, el que le dio el gusto que deseaba a ese helado… En cambio, asumo toda la responsabilidad en lo que respecta a la sociedad de los Escudos. Es una obligación que me he impuesto libremente. Y es imposible que yo pueda sobrevivir a todos sus miembros.

Después de haber fundado esta pequeña agrupación, comprendí que la ética de un movimiento, cualquiera que ésta sea, se halla condicionada por el dinero. Jamás he
aceptado de nadie ni un solo céntimo para nuestro grupo. Los fondos de que disponemos provienen en su totalidad de mis derechos de autor. Esta es la razón económica por la que no puedo permitir que los miembros sean más de cien.


En mayo de este año fui invitado a una reunión de estudiantes de la izquierda más radical, con los que me enzarcé en un emocionante debate. Cuando transcribí tal encuentro en un libro, la edición se convirtió en un best-seller. Decidí, de acuerdo con los estudiantes, repartir a partes iguales los derechos de autor. Probablemente con ese dinero habrán comprado cascos y fabricado cócteles molotov; yo, por mi parte, compré los uniformes estivales para la Sociedad de los Escudos. Todos me dicen que no hice un mal negocio.

La hipocresía del Japón de posguerra me provoca náuseas. No creo que el pacifismo sea una hipocresía en sí mismo, pero estoy convencido de que, a causa del abuso que han hecho los exponentes de la izquierda y la derecha, de nuestra pacífica Constitución, usada como un pretexto político, no existe en el mundo un país donde el pacifism se haya convertido tan perfectamente en sinónimo de hipocresía como en Japón. En este país, la condición de vida más respetada y segura es la de los pacifistas, que reniegan de la violencia y asumen posiciones parecidas a las de los partidos de izquierda. Es cierto que en ello no habría nada de censurable. Pero cuanto más crece el conformismo de los intelectuales, más me pregunto si un intelectual no tiene el deber de someter a crítica este conformismo y de elegir una existencia más aventurada. Y, por si esto fuera poco,
hoy se difunde estúpidamente, entre otras cosas, el denominado “socialismo de salón” de la élite intelectual, cuya influencia social es notoria. Las madres gritan que no es lícito poner armas de juguete en las manos de sus niños, y que la obligación de colocarse en fila y de ser reconocidos por un número en la escuela son reminiscencias del militarismo, y por ello ahora los escolares se reúnen en ocioso desorden, como parlamentarios.

Alguien objetará: “¿Pero por qué tú, que eres un intelectual, no te limitas a realizar una actividad verbal?” Como hombre de letras, sé demasiado bien que en Japón todas las palabras han perdido su peso y se han convertido en elementos falsos y sin trascendencia, como ese plástico que imita al mármol. Además, se las utiliza de modo que un concepto oculta otro, pues así, quien las escribe, se procura una coartada para abrirse cualquier posibilidad de fuga. En cada palabra se ha infiltrado la falsedad, como el vinagre en las verduras. En mi condición de hombre de letras, creo
que nada más que en las palabras perfectamente falsas de las obras literarias; como ya indiqué, estoy convencido de que la literatura es un mundo absolutamente alejado de la lucha y de la responsabilidad. Y éste es el motivo que me induce a amar, de la literatura japonesa, sobre todo la tradición del refinamiento. Si todas las palabras que se refieren a la acción se han corrompido, es necesario, para resucitar la otra tradición de Japón, es decir, el mundo de los guerreros y los samurai, actuar en silencio, sin la ayuda de las palabras y corriendo el riesgo de que se produzca alguna confusión. En mi ánimo anidaba desde hacía tiempo la convicción de que, como consideraban los samuráis, justificarse a sí mismo es un acto de bajeza.

Impulsado por una fuerza interior, comencé a dedicarme al kendo. Lo practico desde hace trece años. Este arte, modelado sobre el de los antiguos guerreros, consiste en el dominio de una espada de bambú y no requiere palabras; gracias a él, he sentido renacer en mí el antiguo espíritu de los samurai.
La prosperidad económica ha transformado a los japoneses en comerciantes y el
espíritu de los samuráis se ha extinguido por completo. Ahora se considera anticuado arriesgar la vida para defender un ideal. Los ideales se han convertido en una especie de amuletos adecuados únicamente para proteger la vida de los peligros que la acechan.

Sólo cuando los estudiantes, erróneamente considerados los tranquilos continuadores de la obra de los Maestros, se enfrentaron a los intelectuales con una violencia aterradora, éstos se dieron cuenta (aunque ya era tarde) de que para defender las propias ideas es necesario estar dispuesto a sacrificar la vida.

Los actuales desórdenes estudiantiles recuerdan el periodo en que los sofistas, los antagonistas de Sócrates, aislaron a los jóvenes en el ágora y éstos se rebelaron. Pero yo creo que la vida de los jóvenes –y no sólo de los jóvenes sino de todos los intelectuales debe transcurrir entre el gimnasio y el ágora. Defender la propia opinión con opiniones representa una contradicción de método: yo soy de los que creen que una opinión debe defenderse con el cuerpo y las artes marciales. Mediante este razonamiento llegué espontáneamente a entender la noción que en la
estrategia militar se conoce como “invasión indirecta”. Vista desde el exterior, ésta parece una lucha ideológica encubierta dirigida por una potencia extranjera, mientras que esencialmente es (al menos respecto a Japón) una batalla entre quien intenta violar la identidad nacional y quien se esfuerza por defenderla. Tal estrategia asume las formas más variadas y complejas, pues a veces provoca una lucha popular que adopta la máscara del nacionalismo y en otras se convierte en un combate de milicias irregulares contra un ejército regular.

Sin embargo, se puede afirmar que en Japón la modernización del siglo XIX echó por tierra el concepto de milicias irregulares y que fue así como el ejército regular asumió una importancia exclusiva. En la actualidad, una tradición similar se ha extendido incluso al Ejército de Defensa. A partir del siglo XIX Japón dejó de tener una milicia popular, a tal punto que en la Segunda Guerra Mundial el Parlamento aprobó una ley para enrolar voluntarios sólo dos meses antes de la derrota. Los japoneses consideramos que los ejércitos irregulares, que son las fuerzas adecuadas para las nuevas formas de guerra del siglo XX, deben emplear las simples estrategias del ejército convencional. Mi concepción de la milicia popular recibió siempre las críticas de todos aquellos con los que he conversado sobre el tema, que querían convencerme de que en Japón tal milicia no podría llevarse a la práctica. Les rebatía ese argumento afirmando que yo crearía una,
sólo con mis fuerzas. Y éste fue el origen de las Sociedad de los Escudos.

En la primavera de 1967, a los cuarenta y dos años, obtuve un permiso especial para participar durante dos meses en las maniobras del Ejército de Defensa, siendo admitido en una división de infantería como alumno oficial. Mis compañeros eran todos jóvenes de poco más de veinte años. Compartí hasta el límite de mis posibilidades su adiestramiento; corrí, marché y participé incluso en un entrenamiento para rangers.Fueron experiencias muy duras, pero logré superarlas. Se me ocurrió entonces que era imposible que jóvenes de veinte años no lograran realizar aquello que había sido capaz de hacer un hombre de cuarenta y dos. De mis experiencias deduje que, con un mes de prácticas, los jóvenes ignorantes de cualquier disciplina militar estarían en condiciones de conducir pequeños pelotones de hombres, y con la ayuda de expertos estudié y perfeccioné en seis meses un plan racional de ejercicios.

En la primavera de 1968 realicé mi primer experimento: me dirigí a un cuartel en las laderas del Fujiyama con una veintena de estudiantes y comencé el adiestramiento. Los militares nos recibieron con un evidente escepticismo. Pensaban que esos jóvenes, cuya educación de posguerra les había enseñado a evitar todo esfuerzo físico y a sustraerse a toda disciplina, no podrían sobrellevar un mes de severa vida militar.

Pero, para su sorpresa, esos jóvenes superaron la prueba comportándose como espléndidos jefes de pelotón durante simulaciones de combate en las que, después de una marcha de cuarenta y cinco kilómetros y una carrera de dos kilómetros, había que desarrollar diversas estrategias de ataque a una posición enemiga. Transcurrido ese mes nos separamos con gran pesar de los oficiales instructores y de los suboficiales, estrechándonos las manos con lágrimas en los ojos.
En los años siguientes volví a llevar una vida de cuartel con los nuevos inscritos en la Sociedad, y adquirí el hábito, para mí insólito, de participar en sus ejercitaciones más difíciles. A continuación, en el otoño de 1968, bauticé a nuestro grupo con el nombre de Sociedad de los Escudos. En Europa, un fenómeno semejante sería inconcebible. En Japón, como he dicho, aparte del Ejército de Defensa, no existen jóvenes civiles que hayan recibido adiestramiento militar, ni siquiera de un mes, a excepción de los inscritos de la sociedad de los Escudos. Por tanto, a pesar de ser sólo cien, la importancia militar de nuestro grupo es relativamente grande. En caso de necesidad, cada uno de ellos podría ponerse a la cabeza de cincuenta hombres y ocuparse de cumplir servicios auxiliares o de vigilancia, o de realizar incursiones o dedicarse a la información.
Pero el objetivo fundamental de mi esfuerzo al crear esta Asociación fue volver a
encender la llama del espíritu de los guerreros, que en el Japón moderno se está
extinguiendo.

Por último, deseo narrar un episodio que me parece adecuado para reflejar el carácter de nuestra Sociedad. Este verano fui huésped del cuartel que se halla emplazado en la ladera del monte
Fujiyama en compañía de una treintena de estudiantes. El primer día nos dedicamos a cumplir un arduo entrenamiento bélico, bajo un cielo de fuego. Al regresar al cuartel cenamos y tomamos un baño, y después algunos estudiantes se reunieron en mi habitación. Sobre la llanura reverberaban relámpagos violáceos, se oían truenos lejanos y nos llegaba más cercano el canto de los grillos. Después de haber conversado sobre la dificultad de conducir un pelotón, un estudiante de Kioto extrajo una flauta travesera de un elegante estuche con forma de bolsa. Se trataba de un antiguo instrumento de Gagaku, la música de la corte; en la actualidad son muy escasas las personas que saben tocarlo. El estudiante confesó que había comenzado a estudiarlo alrededor de un año antes y que a menudo lo tocaba cuando llegaba el primero al lugar donde solía encontrarse con su novia, en un antiguo templo en los alrededores de Kioto, pues era la señal para que ella pudiese saber dónde estaba él. Vibraron las primeras notas de la flauta. Era una melodía antigua, melancólica y encantadora, una música que evocaba la imagen de un campo otoñal rociado de escarcha. Había sido compuesta en la época del Genji monogatari, en el siglo XI, y había acompañado a la danza Olas del mar azul en la que se exhibió el protagonista de la obra, el Príncipe Esplendoroso.

Escuchando absorto el sonido de esa flauta, tuve la impresión de que el Japón de la posguerra jamás había existido, y que en esa música se hacía realidad (si bien por unos instantes) la feliz y perfecta armonía entre la elegancia y la tradición guerrera. Era exactamente eso lo que mi alma había buscado desde hacía muchos años.